Leer conversaciones
viejas te enseña que las promesas no se cumplen, que los "para
siempre" acaban en un minuto, que un "no te quiero perder" es
igual a un "te olvido mañana", que la palabra escrita, escrita se
queda, que la palabra dicha muere en el aire, que un sentimiento puede morir o
siempre estuvo muerto, que quien se va no regresa, que quien más te dice, más
te hiere… Te enseña que las cosas pueden cambiar en un abrir y cerrar de ojos.
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